FAMILIA NARUTO
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La fuerza de las sombras. Parte I. La cancion Mitrense

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Mensaje  Jounin Miér Nov 26, 2008 9:57 pm

Aqui esta un fan fic, escrito por mi y unos amigos, si lo aveis visto por algun otro foro, no os estrañeis lo estamos poniendo en distintos lados, lo que agradeceria un favor, si lo veis por algun lado enviarme un mp con el nombre del usuario y el foro plis, para evitar que la gente gane fama a partir de una cosa que no han echo ellos y por ultimo doy las gracias a la adaptadora del la historia que a echo un gran tabrajo

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Prologo:

Una muchacha de unos 15 años se dirigía al palacio, lucía una melena rojiza que conjuntaba perfectamente con sus ojos rojos, todo y ser una chica, íba vestida con el típico traje ninja del pueblo del fuego, ropas negras y rojas. En la cintura llevaba una espada y varias armas pequeñas y en la espalda llevaba un par de Katanas, quizás demasiado grandes para ella, pero eso no parecía afectarle, la chica caminaba a paso ligero observando detenidamente todo lo que la rodeaba.
Al cabo de un rato llego ante las puertas del palacio. Se trataba de un enorme castillo situado en el extremo norte de la ciudad, todo el rodeado por un pequeño río que llegaba hasta el molino. El castillo estaba también rodeado por una enorme muralla en la cual había varios arqueros y hermosos elfos con la vista agudizada. En cada bandera del castillo, se podía distinguir las representaciones de los cinco poderes elementales; una pequeña gota de agua, un suave torbellino que distinguia el poder del viento, una intensa llama portadora del poder del fuego, un precioso arbol representando a la tierra y finalmente un estandarte con una cruz, el del clero.
Y tras enseñar la documentación, un par de guardias la acompañaron por grandes pasillos hasta llegar a un gran comedor, donde había un par de personas sentadas esperando y todo de sillas vacías alrededor de la mesa. <<Vaya, soy la primera>> pensó la chica. Tras una breve reverencia a las entidades del fondo de la mesa, la chica se sentó en uno de los asientos y esperó.
A su vez, un joven de unos 10 años, llegaba a la ciudad, asombrado por todo el lujo y las riquezas que lo rodeaban el pequeño paseaba tranquilamente observándolo todo con los ojos bien abiertos. El chiquillo llevaba una melenita cortita de color azul, y unas ropas que demostraban claramente que era del pueblo del agua. El chico tras ver el sol ya en alto, suspiró, y se dirigió a toda prisa hacía el palacio, donde entró a toda prisa sin enseñar el pasaporte ni nada, los guardias fueron tras el, pero al ver el escudo en sus ropas, volvieron a su puesto de vigilancia.
La chica levantó una ceja, alguien se acercaba, se levantó y miró quien acababa de entrar, pero al ver tan solo a un crío se volvió a sentar con un refunfuño.
El chico se sentó en una silla y miró a la muchacha.
- ¡Hola! ¡Yo soy Manu, representante del pueblo del agua, encantado!
- Hola- dijo simplemente la muchacha
- ¿Qué hace una chica por aquí?- dijo con cara de asombro
- Ehem… ¿Que has insinuado con eso? Que por ser chica no puedo luchar?- dijo mientras se levantaba de la silla y ponía una mano sobre una de sus katanas-
- Venga, venga, calmaros- dijo una voz suave a su lado.
Se trataba de un joven monje, que acababa de llegar, todo y que parecía mas mayor debía de tener unos 15 o 16 años, con una sonrisa en el rostro y la tranquilidad propia de su profesión se acercó a los dos y los separó.
- Buenos días compañeros, me llamo Daisuke- dijo con una sonrisa- ¿Y vosotros sois…?
- ¡¡Yo me llamo Manu!! Soy el representante del agua!!- Daisuke asintió
- Yo soy Nadia, representante del pueblo del fuego, mucho gusto…- dijo mientras lanzaba una mirada asesina a Manu.
- El placer es mío- respondió el monje mientras se sentaba al lado de Manu.
A su vez, por la puerta entraba un joven a toda prisa, un par de gotas de sudor indicaba que venía corriendo
- Hola, yo soy Christian, representante de la tierra- dijo el chico entre respiración y respiración- Encantado, y siento el retraso.
El chico debía de tener unos 13 o 14 años, vestía todo de negro, lucía una pequeña melena por debajo de las orejas, tenía los ojos de un tono como la miel y llevaba una pequeña espada en tonos azulados adornada con serpientes en la cintura.
- Mucho gusto - dijo Daisuke- Creo que esto va a empezar ya, sería mejor que nos sentáramos.

Capitulo 1: La Reunión

Una vez estuvieron todos sentados, una de las entidades del fondo de la mesa se levantó. Se trataba de un hombre, ya bastante mayor, las arrugas y demás símbolos marcaban el paso de los años en su cuerpo. Tras un esclarecimiento de gola, el anciano empezó a hablar.
- Queridos amigos y amigas, como todos sabéis, nos hemos reunido aquí, no precisamente para mantener una charla amistosa o pequeñas discusiones- lanzó una mirada hacia Manu y Nadia- Bien, todo y que los aquí presentes somos menos de los que esperábamos, y sobretodo teniendo en cuenta la falta aun del representante del aire, me temo queridos compañeros, de que el tiempo es extremamente escaso, y no nos podemos permitir perderlo. Bueno dicha ya la presentación, le cedo la palabra al capitán Mithren.
El hombre que había sentado a su derecha se levantó y se retiró la capa que le cubría el rostro, dejando a mostrar una elegante armadura de oro y plata y como pudieron apreciar los demás, se trataba de un elfo, cuyas facciones eran suaves y bellas. Lanzó una pequeña sonrisa hacía el anciano y tendió un mapa enorme encima de la mesa.
- Amigos, la situación es grave- empezó diciendo el capitán- Las fuerzas oscuras se han asentado, aquí, aquí, y aquí- dijo señalando diversos lugares en el mapa- Como podéis comprobar, cada vez es más el territorio que invaden, los pueblos que arrasan y las miles de muertes que provocan, a este paso en menos de un año no quedara alma con vida en estas tierras. La solución podría ser marcharnos a otro lugar, como nuestros antepasados hicieron antaño, pero yo propongo de cambiar nuestras costumbres, de confiar un poco en nuestras posibilidades, de dar un paso mas allá- sonrió enigmáticamente- propongo encontrar las viejas reliquias de nuestros pueblos, realizar la invocación suprema y derrotar al temible señor oscuro. Se que lo que propongo no es fácil, pero queda en vuestras manos, tomar la decisión.- Acabó el capitán y se volvió a sentar.
- Yo pienso que tendríamos que luchar- empezó Nadia- Y como por lo visto los demás no se deciden, me ofrezco voluntaria para ir en busca de esos objetos o lo que sean, y luchar contra el ser oscuro ese- dijo ante el asombró de los demás- Como representante del fuego, apoyo la propuesta del capitán.
- Estoy de acuerdo con Nadia, como representante de la tierra, voto a favor de este plan, y me incluyo en la misión a ser posible.
- ¡¡Me apunto!!- Exclamó Manu
- Totalmente de acuerdo con mis compañeros- apuntó Daisuke.
De pronto se levantó el que parecía ser el monarca de esa ciudad.
- ¿Me estáis diciendo que queréis dejar el destino del mundo en un renacuajo, una chica, un monje y un adolescente? Me temo que me tengo que oponer, no se les ve preparados.
- Mi señor, deberíais confiar un poco mas en estos muchachos, si están aquí es por algo- saltó el capitán.
- Mi querido elfo, sabes tan bien como yo que si les mandamos a esta misión acabarán muriendo, piensa por ejemplo en la chica, no es mas que una muchacha, no debe ni saber luchar, y no te hablo ya del chico del agua, ese ya ni debe de saber leer, sinceramente, creo que deberíais ir tu y los tuyos en esta misión.
- Perdone mi lord- dijo Manu- Creo que se equivoca en cuanto a todos nosotros, aunque no se lo parezca hace mas de un año que termine mis entrenamientos, en cuanto a la chica esa, con perdón, pero es mas amenazadora que no pacífica ni débil, solo hay que ver las katanas que carga en la espalda ¿acaso podría usted cargar con ellas? El monje, solo hay que mirarle a los ojos, y vera la luz que irradian, y el chico de la tierra, Christian, como podrá afirmar usted mismo, si goza de una mínima gota de poder, desprende la misma aura de poder que los demás, así que para mi parecer, estamos mas que capacitados para llevar a cabo esta empresa.- Manu suspiró y se volvió a sentar rojo como un tomate, pero satisfecho de si mismo
- Mi señor, estoy totalmente de acuerdo con Manu, así que con o sin vuestro permiso les daré las instrucciones y todo lo necesario para llevar a cabo la misión, le guste o no.

Salieron todos del comedor y se fueron cada uno a su respectiva habitación. Manu se dirigía a la suya, cuando una mano lo cogió por la espalda. Manu se giro extrañado y vio que se trataba de Nadia, se tiro hacia atrás en acto defensivo, ero al ver la sonrisa en el rostro de la muchacha se relajo y la miro detenidamente a los ojos, la muchacha se acercó a Manu y bajo un poco hasta estar a su altura y le beso en la frente. Manu, rojo como un tomate la miró extrañado.
- ¡¡Eh!! ¿Qué haces?- pregunto Manu
- Simplemente darte las gracias, no te lo tomes a mal, pero es tradición en nuestro pueblo, sinceramente, me pareció que estuviste muy maduro y muy acertado en tu discurso, te felicito- de repente Nadia se puso seria- Pero bueno, el caso es que ahora deberíamos descansar, mañana partiremos al alba.

Tras decirle estas palabras a Manu, Nadia se levanto y siguió su caminata hasta su habitación, no sin antes levantar una mano para despedirse de Manu.
Aun pensativo, Manu se tendió en su cama, y de tanto pensar se quedo dormido como un tronco.
Nadia estaba ya en su habitación cuando noto que alguien la llamaba, abrió la puerta y saco la cabeza en el pasillo, pero seguía sin haber nadie. Volvió a oír la voz que la llamaba…<<Nadia… te estoy esperando…>>

La chica cerró los ojos y se dejo llevar por la voz de su cabeza, y después de pasar por la sala de armas, el comedor y bastantes pasillos, llegó a la torre con el estandarte del fuego luciendo en su cima. Miro hacía arriba, sabía que no estaba bien subir ahí, pero no le quedaba otro remedio, debía averiguar quien la llamaba, así que tras un suspiro, empezó a subir las escaleras.
Era ya noche oscura cuando Nadia llegó a la cima de la torre, y salió a su balcón. La vista era extraordinaria, desde ahí se podía divisar toda la ciudad y sus alrededores. Desde la gran cordillera central, hasta los innumerables campos de conreo. La chica se relajó y se quedo mirando el paisaje un buen rato, cuando de pronto se percató de que había alguien apoyado en la pared.
Nadia abrió bien los ojos hasta que pudo distinguir la figura de un chico todo vestido de negro, el cual una capucha cubría su rostro. Sintió que el chico reía un poco, así que se llevó las manos enfrente del pecho y dio un paso hacia la figura que la observaba.

- Hola ¿eres tu el que me ha llamado?- pero el chico no respondió- Contesta si no quieres que te atraviese- dijo con los ojos ardiendo.

En un instante el chico desapareció, Nadia que no daba crédito a lo que acababa de ver, se puso a mirar por todos lados, pero fue inútil ni rastro del chico.

- Vaya, parece que la cosa ha cambiado un, ¿poco no crees?

El chico de negro había aparecido detrás de ella, y ahora era su katana, desprendiendo pequeñas llamas negras la que estaba en el cuello de Nadia. La muchacha tragó saliva, y sin moverse y tan tranquilamente como pudo dijo:

- Eso parece…- exclamó cerrando los ojos.
- Venga ya Nadia, dejémonos de juegos, que ya somos mayorcitos, no te hagas la dura.
- Espera un momento… esa voz…- la voz de Nadia temblaba al pronunciar esas palabras- no puede ser…tu… tu… ¡¡a ti te mataron!!- dijo entre sollozos

La katana ya no amenazaba el cuello de la chica, así que se giró hacia él, y le intentó golpear.

- Vete…¡Vete! ¡No eres nada mas que un fantasma que quiere atormentarme! ¡Vete de aquí!

El muchacho agarró a Nadia de las muñecas y la frenó, la soltó suavemente, y se quitó la capucha que le cubría, mostrando así, la cara de un joven de unos 16 o 17 años, con el pelo castaño, y unos ojos azules como el hielo. Nadia se quedo petrificada al ver el rostro de aquél, ¿desconocido? Y cayó de rodillas al suelo. El chico se agachó y le cogió el rostro entre las manos y le hizo alzar la cara.

- ¿Acaso crees que un fantasma sería capaz de hacer esto…?

Inclinó lentamente la cabeza hacia Nadia y la besó dulcemente… Nadia aún con lágrimas en los ojos, se separó del chico y tras mirarlo un buen rato en los ojos se le abrazó fuerte y lloro en sus brazos.
Lentamente los primeros rayos de sol, iluminaron el castillo, y el chico se separó lentamente de Nadia.

- Tengo que irme ya, es muy tarde
- ¿Cómo es que estas vivo…?- el chico la cogió de la mejilla
- Porque no puedo estar sin ti- dijo él con una enigmática sonrisa, cosa que hizo que Nadia se volviera a sonrojar- Bueno será mejor que me vaya…
- Espera- Nadia lo cogió del brazo- Por favor, no te metas en lo que no te incumbe, pase lo que pase seguiré el plan, se me cuidar sola
- Mi niña… lo se, pero no puedes negarme que me preocupe por ti, ahora si que me voy- beso a Nadia en la frente y desapareció entre sombras.

Nadia se apoyó en la barandilla del balcón, aun no creía no lo que estaba pasando, se relajo y vio como lentamente salía el sol.
Daisuke se despertó, lo había vuelto a notar, había vuelto a notar oscuridad dentro del castillo <<imaginaciones mías…>> Se levantó, y tras almorzar y lavarse, se colgó la bolsa en la espalda, y se dirigió hasta el punto de encuentro, a las afueras del castillo.
Una vez allí se encontró con Christian, que estaba entrenando al pie de un árbol, al ver llegar a Daisuke, enfundó la espada y se dirigió hacia él con una mano levantada.

- ¡Buenos días! ¿Qué tal has dormido Daisu? ¿Preparado para la acción?
- Buenos días, sí, estoy preparado, aunque por lo visto, te mueres de ganas de empezar- dijo medio riendo el monje
- No te equivocas mucho, quiero empezar ya, ya que las primeras tierras que visitaremos serán las mías, y me muero de ganas de enseñároslo todo y acabar de una vez con esta guerra
- No eres el único que desea la paz, te entiendo perfectamente- dijo con un suspiro- Debido a los tiempos que corren, los monjes nos hemos visto implicados en la guerra, la cual cosa nos ha obligado a usar el poder de nuestro dios, Rem, cosa que no habíamos tenido que hacer desde hacía muchos siglos atrás. Por nuestro propio bien, espero que la misión no falle

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